Su vida la marcó el escándalo
Hacía ya cuatro años que Adriana Bramson fue casi plantada en el altar, y aún se rumoreaba sobre el asunto. No obstante, a ella ya no le interesaba mucho el tema, pues a sus 24 años, estaba feliz siendo una solterona y escribiendo su afamada columna de chismes. No tenía intención alguna de volver a casarse, y no solo porque ya no hubiera propuestas, sino porque no quería volver a enamorarse y sufrir una decepción. Cuando Andrew Blane se interpuso, literalmente, en su camino, ya nada volvió a ser igual. El canalla despreciable puso su vida patas arriba, pero ella pensaba cobrárselas de igual forma.
Andrew Blane era un sinvergüenza, que vivía con la culpa de la muerte de su padre atormentandolo. A cuatro años de esta, descubre que el hombre había puesto una cláusula en su testamente, donde decía que si no se casaba antes de los 30 años, la hacienda y sus bienes pasarían a manos de un familiar lejano. Poco dispuesto a dejar que lo que tanto trabajo le había costado levantar se fuera de sus manos, incia la busqueda de una esposa dispuesta a casarse en el corto período de un mes. Cuando Adriana Bramson tropieza con él en aquella mascarada, Andrew Blane ve la solución de sus problemas materializados en ella, aunque tenga que recurrir al chantaje y confirme lo que todo el mundo, incluida su propia hermana, piensan de él, que es un desgraciado.
Dos corazones atomentados que encontrarán refugio y salvación en el otro, naciendo un hermoso amor.
Una sola acción puede cambiar toda una vida, porque sin importar que el aleteo de una mariposa sea suave, el impacto siempre será enorme.
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- ¡Sé qué esta muerta! ¡Lo ha estado durante miles de años! - gritó con lágrimas en sus ojos - ¿Y sabes de quiénes fue la culpa? - dijo un poco más calmado - Nuestra. Tú y yo la matamos.
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- No me importa que creas que es peligroso - le miró a los ojos - Morir haciendo lo que amas es una buena forma de morir, igualmente, morir protegiendo a quien amas es una forma digna de morir, ¿lo entiendes?