La historia comienza en 2010 en una ciudad situada en el sur de Francia, en Ventabren. El lugar no es grande ni chico, sin embargo, es un lugar muy común a pesar de ser un lugar turístico. Yo soy doctor y trabajo en un hospital privado. Hace un tiempo por cuestiones de la casualidad (destino) encontré a un joven llorando en los baños del hospital, él a simple vista se miraba indefenso, con la mirada perdida, me contó que le habían diagnosticado cáncer terminal a su madre, le quedaban apenas unos meses de vida. Sentí lastima por él pues mi abuelo también murió por cáncer, no siendo suficiente con eso me contó que no contaba con una figura paterna ni ningún apoyo emocional. ¿será por eso la fragilidad de aquel muchacho? platicamos por unos minutos quería que aquel chico de ojos celestes se sintiera al menos un poco mejor. Con el paso del tiempo me entere que su madre estaba internada en el hospital, el chico frecuentaba a su madre y de vez en cuando pasaba a saludarme a mi consultorio.
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