- No deberías sufrir por chicos como él - dijo, sacando un cigarro de su chaqueta, encendiendolo, dándole una calada y dejando que el humo subiera como un pequeño remolino - Los chicos de su clase siempre obtienen lo que quieren, y tu no necesitas a alguien así.
- ¿Qué es lo que necesito? - pregunte, aunque no esperaba una respuesta.
- Alguien que pelee por ti - dijo, así como si nada, levantándose para enfrentar su mirada con la mía, verde y azul chocando - Alguien que quiera estar contigo cada segundo del día, alguien que pueda tomar tu mano sin miedo, alguien que te haga sentir especial, no sólo porque busque algo de ti, sino porque es así como te ve, pero no te preocupes, que ya lo tienes.
- ¿Sí? - dije rodando los ojos - ¿Y donde está?
- Se nota que no estas prestando atención - dijo recostandose sobre la cama - Pues aquí, claro está - dice dando una calada más a su cigarrillo, levantándose una vez más - Por qué yo se que fui hecho para amarte.
No se cual es la cara que pongo, pero el lanza una carcajada que se queda flotando entre nosotros, yo pegado a la puerta, con la incapacidad de moverme, él, tumbado sobre mi cama, fumando un cigarrillo despreocupadamente, aún después de su confesión.