Al mirar sus ojos sentía una tranquilidad enorme, me sentía tan seguro, tan amado, tan vivo. No se si es porque amaba el café o porque de verdad me gustaban sus ojos, pero lo que si se es que estaba enamorado, muy enamorado. ¿Ahora? ahora estoy aquí, escribiendo esto, con tristeza y muchísima bronca. Es feo enamorarte, ilusionarte y que esa persona te lastime ¿no? pero es aún más feo que esa persona se avergüence de vos, la verdad es que si me amaba, pero le importaba más la opinión de sus padres y el qué dirán de los demás qué mi amor sincero e incondicional.
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.