Los muertos enterrados junto a mi casa dicen que dos bocas como la tuya y la mía no pueden juntarse. Las vecinas de la calle adyacente piensan que debo dejar de ser gris, y a propósito te mojan cada vez que riegan esas flores que destilan secretos como gritos quemados. Mi suéter huele al café que te tomaste ayer. Y yo aún me pregunto qué hago a las dos de la mañana queriendo respirarte otra vez.
8 parts