Tu auto se descompone en una solitaria carretera. No transcurre mucho tiempo cuando ves que un tipo se acerca a ti. "Si gusta le presto mi teléfono. Vivo en aquella casa", señala hacia la mitad del campo, donde una luz es lo único visible en la penumbra. ¿Ir o no ir? ¿Aceptar la ayuda o rechazarla? [...] Observas un montón de papeles sobre la mesa, las sillas y los sillones. -Es inevitable -te dice-, soy escritor. Seguro ha leído mis libros, o al menos sabe de mi existencia -cierra la puerta. -Ah... no creo -respondes-. No estoy familiarizado con los escritores jóvenes. -¿Jóvenes? -suelta una risotada-. No, no, yo soy más viejo de lo que se imagina, soy un escritor legendario. Soy Edgar Allan Poe. -¿...? -Sé que le parece imposible pero resulta que esta cabeza no es mía. Permítame explicarle. Cuando estuve muy enfermo, un doctor me sugirió cambiármela, pero eso sí, por una cabeza joven para que los pensamientos y la vitalidad fortalecieran el cuerpo enfermo: «Señor Poe -me dijo aquel médico-, le recomiendo cambiársela cada temporada, ya que una vez puesta, esta envejece con el cuerpo. ¡Recuerde, siempre una cabeza joven! -¿Y dónde se consiguen cabezas con tanta facilidad? -preguntas en tono burlón. -En el bazar de las cabezas, por supuesto. Una sensación extraña invade tu cuerpo. Te das cuenta que la puerta está cerrada. Autor: Jonathan Muñoz Ovalle. Portada: Eduardo G. Llanos Todos los derechos reservados