Cuando menos lo esperas ocurre.
Yo que andaba sumida en un eterno vacío buscando cualquier atisbo de alegría, tuve la mejor historia de amor que nadie pueda imaginar.
Mi vida no fue fácil, desde muy pequeña tuve que pensar como una persona adulta e intentar sonreír a pesar de los problemas que en mi entorno había.
Vivía encerrada en mí misma; tenía pocos amigos y no era muy sociable que digamos, la vida me hizo así.
Pero nunca quise perder la fe en que algo bueno tarde o temprano me atraparía.
Solemos perder la cabeza por lo primero que parece darnos aquello que buscamos y no nos damos cuenta de que debemos dejar que lo que sea que deba venir, tiene que atraparnos, sí, atraparnos en el sentido más inocente de la palabra, sin que nos dé tiempo siquiera de reaccionar.
Eso fue lo que a mí me pasó, cuando menos lo esperaba, me tenía, él me tenía...
Y es que dicen que cuando se sabe, se sabe. Y el destino quiso cruzarnos y que la pasión nos atrapase.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.