La vida de Agustin no tenía sentido en lo absoluto, su soledad lo consumía por dentro lentamente aunque a él poco le importaba. Su existencia desde pequeño se volvió algo completamente difícil. Ya no sentía dolor y si su vida acababa le daba igual, no tenía una razón para seguir en el patético mundo que pisaba. Mientras tanto Carolina vivía la vida a pleno. Era una joven bondadosa e inteligente que disfrutando cada detalle, enfrentaba sus problemas sin nunca perder la sonrisa que tanto la identificaba. Solo verla te daba una sensación de paz. Estos dos mundos chocaran y se daran cuenta que no todo era como ellos pensaban.
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