¡Nunca Te Rindas!

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-Nunca te rindas, Pequeña...- me dijo el.

-Nunca...- Le respondi yo, aguantandome las lagrimas.

Levanto mi barbilla con su mano derecha para que lo mirara a los ojos, esos ojos de color esmeralda tan hipnotizantes, tan característicos de el...

Me miraba atentamente, como queriendo decirme algo con esa mirada, luego, solo me sonrio tan dulcemente como su estado se lo permitía. Yo por mi parte correspondi a su sonrisa, acariciando su mano que ahora estaba en mi mejilla.

Segundos más tarde, su mano dejó de moverse, cayendo a un costado de su cuerpo.

Y eso fue todo lo que termino por destruirme, algo dentro de mi se apago, el dolor me atacó y comenzó a consumirme lentamente.

Les di permiso a mis lagrimas para que bajaran por mi rostro y, supe en ese mismo momento que ya no volveria a ser la misma chica de antes.....

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