The bet

Pienso, no, pensaba que mi vida no podía estar mejor. Todo era perfecto (según yo). Mis amigos me adoraban por ser como ellos, y mi mejor amigo siempre estaba conmigo cuando y como lo necesitara. O lo hacía hasta esa noche, cuando hicimos esa maldita apuesta.

Siempre sentí curiosidad de saber cómo se viste una verdadera mujer, como aquellas que estaban en las revistas de mi madre. Pero cuando Joe me dijo que era incapaz de vestirme como ellas, yo simplemente tenía que hacerlo, tenía que intentarlo.

La apuesta consistía en seducir y enamorar a un hombre en menos de tres meses y que cuando éste estuviera completamente loco por mí, yo debía rechazarlo cruelmente. Lo sé, sé que hacer esto me vuelve una completa perra y no tengo perdón, pero tengo que hacerlo.

Como siempre, no medí las consecuencias de mis actos.