Después de la Bestia de Gevaudan tuvieron varios días tranquilos, hasta que una noche, mientras conducía de la biblioteca a su casa, casi atropella a un joven que parecía demasiado hebrio para darse cuenta del auto frente a él, pero que en realidad se estaba desangrando. -¿Eres un lobo? -Vampiro...- Dijo soltando una risita y diciendo internamente adiós a la perfecta oportunidad de comerse al joven humano frente a él, que tenía una fuerte aroma a lobo. -¡Genial!- Despotricó el joven acercándose al desconocido para mirarlo bien, llegando a donde la luz ya le iluminaba el rostro. - Simplemente, genial... Ahora hay vampiros. Nadie pensó que un vampiro causaría más revuelo que alphas psicóticos, un demonio bromista japonés y una bestia de cien años.
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