Ocultos.

- Nada de esto es real.- Murmuré muy segura de mi aunque frente a mis ojos tuviera la real y cruda veracidad. Mis manos temblaban, mi ojos comenzaban a nublarse, mi boca a secar, mi corazón a golpear con rudeza mi pecho y mis oídos a taparse para que nada pudiera interferir dentro de mi cerebro que apenas y asimila una cosa.

- Todo es real. Lo tienes frente a ti, ¡carajo! Mira la verdad, nuestra realidad.

Escuché lo suficientemente cerda su voz, aunque hace menos de cinco segundos lo haya tenido a más de cinco metros de distancia mio.

***

- !Eres un pedazo de imbécil!... ¡No, eres un total imbécil e idiota que no puedo quedarse callado...
- ¡YA CÁLLATE! - Llegó en un rápido y ágil desplazamiento a un punto de acercamiento que no respetaba en lo más minio mi espacio personal.
- ¡CALLAME!
El chico de ojos grises cerró la boca por donde planeaba volver a gritarme para sonreír muy cerca de mi cara con burla impresionante.

- Si dices eso para que te bese...- Sopló las palabras provocando que parte del pelo que se había caído sobre mi cara se moviera delicadamente.- No lo voy a hacer.

Iba a irse, a darse vuelta y alejarse de mi dejándome con la palabra en la boca y con el coraje en la garganta. Pero mi mano enrollada en su sudadera le impidió hacerlo causando que su mirada se endureciera contra mi en cuanto se volteó a mirar lo que mi mano hacia.

- Si dices eso para que te golpee, no... No, yo sí te voy a golpear, idiota.