Ser su amante no estaba en mis planes, simplemente sucedió, y me odio por ello. Lo odio a él por hacerme tan dependiente, lo odio por amarlo tanto y porque sé que un «nosotros» no existe ni existirá. Jamás. ¿Qué se puede hacer para salir de este torbellino en el que por propia voluntad me metí? Cuando un destello de lucidez (y amor propio) te llega y sabes que ya es hora de seguir adelante, quizá por otros caminos... Aunque siempre estará la posibilidad de perderlo todo en el intento. ¿Lo «ganado» valdrá la pena sobre todo aquello que se «pierde»? ****---****---*** Historia original y registrada.
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