Mi mente divaga, el hambre aparece. Siento como mis ojos cambian. Mis pensamientos dejan de ser míos y una necesidad sobrenatural los reina. Una lucha interna por el control, mi parte humana y animal. Ambos deseosas de acabar a la otra. Pertenezco a una familia antigua de vampiros, sin embargo yo no soy una de ellos ni mi hermana. Alana, diosa de los vampiros, la misma que me dio su nombre.