Había estallado en carcajadas sin razones. Estaba riéndose de mí. -¿Qué es lo gracioso? -me crucé de brazos y este no paró. -Oh, vamos. -Acabas de llamarme Playboy. -contestó más calmado. Rodeé los ojos y este sonrió. -Eso quiere decir que te parezco atractivo. -Yo jamás dije eso. -Y yo jamás dije que fuera un Playboy. -alzó una ceja. -Tus acciones lo confirman. -espeté nerviosa. -Eres como todos. -¿Crees conocerme para hablar así? -No hace falta conocerte para saber que eres un imbécil. -Pues te propongo conocerme, y entonces veremos quién tiene razón.