Eran el uno para el otro. Sus manos encajaban a la perfección, al igual que sus labios y sus nombres. El la amaba, ella lo deseaba. Ambos temían. Amos se encontraron, luego se perdieron. Pero siempre fueron ellos. Los que caminan de la mano. Los que pelean a gritos. Los que se conectan con miradas. Eran especiales. Eran ellos.
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