Eda Müller, hija de dos arquitectos famosos, exitosos y adinerados. Era una chica muy extrovertida, traviesa, curiosa y sobre todo rebelde. Eda no era la clase de chica que acataría ordenes a la primera, mucho menos se quedaría callada ante algo que no le pareciera mínimamente correcto. De alma viva y indisciplinada, sin tener en su esbelto cuerpo una pizca de sumisión. Tenía carácter, a pesar de que era sensible, amante de los animales y los bebés, era una chica completamente extraordinaria.
Oliver Brown, hijo de el más prestigioso Detective de Irlanda y su madre, una mujer que se defendía muy bien en el diseño de interiores, y aunque era disciplinado, Oliver podía ser muy terco y odioso cuando se lo proponía. A pesar de sus fallos, había que reconocer que era una persona muy inteligente, era ordenado, siempre siguiendo y acatando las reglas de sus padres, aunque hiciera caso omiso algunas veces. Oliver odiaba el desorden, lo repudiaba.
Hasta que una chica de melena alborotada llegó a su vida.
Ambos de padres muy bien establecidos en la sociedad, ambos con metas, sentimientos y estilo de vida completamente diferentes. Hasta que ocurre un horrible y Eda debe acoplarse a un entorno diferente al suyo, de manera obligatoria. Pero algo no cuadraba en la mente de Eda, y es que ella percibía una oscuridad profunda en la casa de los Brown, como si escondieran algo, como si ellos tuvieran algo que ver con los sucesos más traumáticos de su vida.
¿Qué pasaría si Eda se enamora de su mayor enemigo?
¿Será capaz de sacrificarse por amor y sacar a Oliver de esa horrible oscuridad que lo rodeaba?
¿A pesar de que él no fuera tan inocente como aparentaba ser?
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.