Sonrió de medio lado y, tras arrugar el cartel de recompensa, tiró el papel al suelo mientras caminaba por el pasillo del cuartel general. Él había cumplido su sueño de convertirse en pirata, pero, por mucho aprecio que le hubiera tenido durante aquellos años en Villa Foosha, ella tenía un deber que cumplir. Ella ahora era la justicia.