Zephyros estaba cada día más desesperado. Si no conseguía averiguar quién le robaba el ganado, no tendrían para comer y su familia no podría subsistir hasta el próximo año. Se acercaba el invierno y los días eran cada vez más cortos, las cosechas escaseaban y sus hijos estaban cada vez más hambrientos. Decidió resolver el misterio. Solo había una manera: adentrarse en el laberinto del Minotauro.