Siempre tuve una vida de lo mas normal hasta el día que llegó un nuevo profesor de historia. Cualquiera diría que eso no tiene nada de extraño, pero que se presente un elfo en tu clase y que seas la única que puede ver su aspecto real puede llegar a asustar un poco. Por buena suerte tengo a mi hermano pequeño para asegurarme que no me estoy volviendo loca. Lo irónico de eso es que me lo ha dicho telepáticamente. No somos hermanos normales, aunque por supuesto nadie lo sabe. Estamos más unidos de lo normal gracias a la conexión que siempre hubo entre nuestras mentes. Y así es como la lógica de mi vida desapareció para siempre, y sé que no volverá.