Ni tuya, ni de el, ni mía, algo pasajero, que se va con el viento, que es libre como el aire, que llega, toma algo, se va y se lo lleva consigo. Sabe amar, sabe sufrir, llorar, gritar, sabe dar y recibir, pero también sabe quitar, que es fría como un hielo, pero también es cálida como una tarde de verano.
Ama las pequeñas cosas, un café caliente, un hermoso amanecer, un beso, un abrazo, una caricia, un trozo de pastel, un atardecer triste, recostarse en el pasto, correr bajo la lluvia, reírse a carcajadas, estar con los seres que ama, que le encanta tumbarse en la cama con un buen libro.
Tiene el corazón roto, pero también sabe romperlos, aveces no le importa el sufrimiento. No le importa nada más que ella misma.
Que viene y que va, que hoy es algo y mañana no es nada.
Que es una muñeca, pero no es juguete de nadie.
Una muñeca, una muñeca plástica.
Al defender a su familia de un asaltante y morir, Alicia es transmigrada a un mundo del matriarcado, donde las mujeres son el pilar y las que mantienen a la familia, mientras los hombres son los que se quedan en casa.
Lo más sorprendente para Alicia no es el sistema en el que se rige la sociedad, los hombres, que no solo son los que dan a luz, si no, que se dividen en dos.
Los oro, la clase baja que tienen tendencia a dar a luz a otros hombres.
Y los jade, la clase alta que tienen tendencia a dar a luz a mujeres.
No solo eso si no que al ser las mujeres un bajo porcentaje, las familias se conforman por un harem de hombres, los cuales no son vistos más que como máquinas de hacer bebés.
La imagen la saque de internet créditos de la imagen a: "Alya".