Aunque nadie lo creyese, Katsuki Bakugou, con el paso de los años, había logrado tener cierto control sobre sí mismo y sus impulsos. O al menos lo tenía en ciertos casos, como por ejemplo: Con el alcohol. Pero obviamente no tenía aquel mismo autocontrol con todo. Y quizás, solo quizás, tenía mucho menos si se trataba de un Deku medio desnudo, en su cama, sonrojado y gimiendo como si ya le estuviese haciendo algo... Digamos que en realidad era difícil que lo tuviese.