Hay que aprender a disfrutar las pequeñas cosas, más si la vida te ha jugado una mala pasada. Esas sonrisas, esas caricias, esas acciones que hacen que por dentro sientas la calidez que tanta falta te hacía. Sin embargo, disfrutar únicamente es egoísta, hay que aprender a valorar y atesorar todas aquellas cosas que te hacen sentir vivo, quizá el día de mañana sea demasiado tarde. Esta historia está registrada en SafeCreative y queda prohibido su adaptación o copia a otras o esta plataforma.