Yo era llovizna y él, un huracán; tal como dice Miles sobre Alaska. Yo era el invierno y él, el verano. Yo era los libros y él, las fiestas. Yo era la calma y él, la euforia. Yo era yo, y él, Barnett. Nunca se habría pasado por mi mente, ni en mis más locos sueños, que un chico como él pondría sus ojos sobre mí. Mucho menos que yo pondría los míos sobre él. Pero la vida da muchas vueltas, y después de poco tiempo, Barnett tenía mi corazón en sus manos, y a mí a sus pies, dispuesta a darlo todo por él. Te estarás diciendo a ti misma, qué va, esto es otro cliché. Pero no lo es, cariño. Aquí el chico malo nunca deja de ser malo.All Rights Reserved
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