- ¡¿Puedes parar de ignorarme y decirme de una vez lo que me tengas que decir?! ¡No entiendo las "indirectas" esas que me sueltas! - gritó él haciendo comillas con los dedos. - ¿Cómo puedes ser tan inteligente para unas cosas y tan estúpido para otras? ¿Por qué eres tan torpe para esto? - grité exasperada. - ¡Pues porque soy un tío! ¡Los tíos no entendemos de señales! - me rebatió él al borde de un ataque de nervios. - Pues entonces espero que esta la captes, porque no puedo hacer otra cosa para que lo entiendas. - le cogí del borde de su camisa y le besé en los labios renunciando a todos los principios que tenía impuestos en mi vida.