Cuando tenía 15 años me enamoré. Me enamoré de verdad. Él era un chico poco mayor que yo, atractivo y sobresaliente. Desde entonces tuve más novios, pero nunca fue igual.
Ahora, dos años después, no puedo olvidarle. ¿Dónde estás, qué haces, qué comiste esta mañana? ¿Alguien ocupa tu corazón en estos momentos, me llevas tan adentro como yo te llevo a ti?
Aún en mis sueños, imagino que me abrazas otra vez con esos brazos fuertes y cálidos. Sigo esperando el día que vuelvas a por mí, y nuestro amor surja de nuevo.
Te esperaré el tiempo que haga falta, aunque eso signifique no amar a nadie más. Te esperaré hasta el final de mis días si es necesario. Me prometiste que volverías, y tú siempre cumples tus promesas.