He tenido una vida muy dura desde mi infancia hasta el día de hoy, pues verán, quedé huérfano a mis ocho años de edad y no me recibió ningún orfanato debido a la mala fama de mi padre. A tan temprana edad tuve que aprender a valerme por mí mismo; con tan pocos recursos para poder vivir aprendí a valorar hasta el más mínimo pedazo de pan, el cual en días de tempestad era como tener un pedazo de gloria en mis manos. Comencé a vagar por las calles, dormía en un trozo de cartón que no podía protegerme de las frías lluvias y los fuertes vientos, comía la comida que otras personas desperdiciaban y tiraban a la basura, la vestimenta que utilizaba la encontraba en medio de los desechos totalmente sucia sin embargo era lo único que tenía, por todo ello y muchas cosas más la gente me miraba con desprecio y asco, mientras muy pocas me miraban con compasión, sin embargo la compasión no era sinónimo de generosidad y yo continúe tratando de sobrevivir por largos años.
Sin hogar, sin vestimenta, sin comida, sin dinero.
Tengo 30 años, mi nombre es Nathan Carver y esta es mi historia.
Historia de Ovidio Guzmán López.
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No había forma de que un amor tan prohibido acabara bien, aún así Ovidio Guzmán y Atenea Salas creyeron el uno en el otro, o eso parecía...
En el amor y en la guerra lo que importa es la lealtad, cuando está se traiciona no queda más que pelear.
El le confiaba a ella su vida, pero no la de su familia.
Ella le confiaba a el su muerte, pero no la de su gente.
Un consejo de su padre nunca lo dejaría caer, de un ratón no solo tiene el apodo y su sangre Guzmán le daría la agilidad