El rubio nunca pensó que aquella vez que salió a beber le traería la mejor solución para su corazón... Y cuerpo. No tenía como agradecerle a aquella chica por darle el contacto, sin embargo no dejaba de pensar en que sería lo que le pediría a Aomine. Y como todas las semanas, Kise estaba esperando que el timbre sonara, impaciente, cada segundo su agonía aumentaba por la espera, hasta que él llega...