Kennedy creía que algunos problemas omitian su vida para que está siga creciendo, pero, tan solo sale afuera, se acomoda en el césped del patio trasero por las noches, y se queda perdidamente con la vista fija en las estrell... -Hola vecina. ¿Qué? ¿En serio, Sam? Resopla y sin decir nada, vuelve a entrar a su casa para subir las escaleras y encerrarse en su cuarto. ¡Maldita Kennedy de 12 años que hacía cartas de amor para su vecino tan idiota, Sam!