De manera poética, el autor discurre entre sus calles del puerto que lo vio nacer, penetrándose en el interior de su corazón, expresando con sencillez sus vivencias alegres y tristes de manera poética, dejándose llevar por sus recuerdos de ayer, un ayer que los vivió bajo el cielo azul de su Chimbote querido frente a la bella dama blanca y su eterno prometido el negro lunarejo que se levanta indomable mientras acaricia a sus hijos chimboteros. Quiere perennizar sus sentimientos y emociones bajo la sombra de quien fuera su bisabuelo identificado en vida como Luis Alvarez Aponte, por su aporte a la cultura de su tierra natal, Llapo. Lugar donde su bisabuelo se convirtió en un talentoso y precursor educador empírico del lugar, dejando huellas en las aulas educativas y un grupo de alumnos que supieron reconocer su sacrificada entrega a la docencia por su propia cuenta conforme se advierte en un cuadro donde aparece él y sus alumnos y que se encuentra ubicado en el único centro educativo de Llapo. En razón de ello, el autor de la presente obra se identifica bajo el seudónimo de Luis Alvarez Aponte para perennizarlo e identificarse por su talento y sacrificio a la cultura.
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