"Jamás olvidaré las palabras que solía decir mi madre siempre con una sonrisa pegada a los labios:
“Las casualidades no existen Nora. Solo existe un destino caprichoso que se nos va revelando poco a poco”
Como comprenderéis yo con mis seis añitos de vida, no entendía ni lo que significaba ni casualidad ni destino, ni tampoco el mensaje profundo que me intentaba transmitir mi madre. Cuando le preguntaba qué significaba, siempre me decía que lo entendería cuando fuera mayor.
Bien, pues ahora tengo 21 años y aún sigo dándole vueltas a esas palabras. Por supuesto sigo sin entenderlo del todo (por no decir completamente). Lo único que tenía claro por el momento era que odiaba al destino..."