PRÓLOGO Estar sentada frente a una computadora y sentir que el mundo se cierra ha sido uno de los momentos más incómodos de mi vida. Sabes que eres bueno en escribir y que si te lo propones logras grandes textos, así que esperas escribir un gran prólogo que llame la atención de todas las personas a las que se permitan leerlo pero en su lugar estás escribiendo un pensamiento que crees que podría llamar la atención, entonces te lo tomas más en serio y te corriges. Aquí comienza mi prólogo. "Un soñador es aquel que solo puede hallar su camino a la luz de la luna, y su castigo es que ve el amanecer antes que el resto del mundo. Oscar Wilde" Desde que eres pequeño te guían a través de los sueños y las realidades. Te dicen que puedes ser un ser fantástico pero únicamente mientras juegas porque cuando terminas de recorrer ese patio o ese castillo de diamantes, todo se acaba. Y comienzas a ser una persona normal, donde te levantas a las 6 de la mañana y tienes tres horarios de comida. Te duermes tarde y a la mañana siguiente te arrepientes de haberlo hecho. Tus duchas ya no duran lo mismo, pues tienes que apresurarte para terminar las tareas y tus actividades fuera de la escuela, para después crecer junto a una rutina diaria donde te vuelves un adulto y tienes que darte cuenta de que el tiempo ha pasado y no te queda más que ayudar a tus hijos a creer en los sueños. Y quizá por esto escribí este libro. Porque todo comenzó en mi secundaria, cuando aún creía en los cuentos de hadas. Cuando creía que el mundo era lo más maravilloso sobre todo. Antes de que viera tus ojos y me mostraras la Galaxia. Porque te conocí a ti. Y te fui conociendo a conforme la Galaxia se expandía ante nuestros ojos y los abrazos eran las estrellas que brindaban seguridad cuando juntos no estábamos. Porque los cuentos se volvieron mi cielo y las hadas las letras con las que te escribí este libro.
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