Estaba cerca. Lo sabía. Lo sentía. Los efluvios de su estigma llegaban hasta mí. Mis pupilas se dilataban presas del deseo que me sosegaba. Agudicé mi visión y mi olfato en busca del sujeto. ¿Donde estaba? Debía parar esta condena. Debía saciar mi sed. Mis puños se cerraron haciendo pequeñas incisiones de lágrimas carmesí, en las palmas por la uñas. Me excitaba todo esto, sentir esta oleada de sensaciones..."humanas". Estaba listo, estaba dispuesto a dejarme llevar por el deseo, estaba listo para la caza. Estaba listo para que comenzara el juego.