No entiendo muy bien como sucedió, solo la ví... solo la ví y enloquecí, como si en cualquier lugar la deseara, como si quisiera nunca despegarme de ella, sus ojos carmesí me llamaban, me incitaban al pecado... ¡pero que pecado!... el pecado más mágico que podría existir, una diosa con todo el sentido de la palabra... una ninfa de cabellos rojizos, en la cual se encuentra todo mi deseo concentrado... mi manzana del pecado... aquella que mordí sin pensar en las consecuencias... aquella por la cual me deje llevar olvidándome de mis principios... olvidándome de todo valor... olvidandome de la amistad que existía entre Felipe y yo...