Te sueño todas las noches, a ti y a tus ojos de soldado que tanto me gustaron desde la primera ves que te vi en aquel estudió de ballet cuando éramos niños.
La noche en la que decidí hacer caso a la petición de Otabek y subir al séptimo piso del edificio abandonado más famoso de Rusia, fue la noche en la que mi vida cambió para siempre.