Enamorada. De la vida, de su sonrisa, de sus ojos, de sus pestañas, de la forma en que me mira, de la manera en que me destruye, de la manera en que me revive. Me desahogo en letras, le escribo cartas, que él nunca leerá, porque nunca le mostraré, porque es mejor así, que él no sepa cuán loca estoy por él, lo que sería capaz de hacer, lo que en realidad siento, lo que le he negado muchas veces y lo que él me niega a mí. Aunque sabemos que nos queremos, sin decírnoslo, él sabe que lo quiero, que siempre lo querré, que así pasen los años, pase gente por nuestras vidas, pasen malos ratos, que vengan las tormentas y los huracanes, él es mi luz, mis estrellas, mi luna, mi único consuelo, mi único calmante, nunca nadie le quitará ese puesto, simplemente es único, él y mis sentimientos, lo que quisiera gritar, lo que quisiera demostrarle, pero simplemente no todo puede ser felicidad. Porque no es mío, ni yo soy de él, no se nos puede llamar novios, mucho menos amigos. Lo nuestro no tiene un nombre, pero sin duda, yo le llamo amor.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.