Ella siempre está a un
paso de ser incendio.
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Mis manos picaban de una manera constante e inparable por rosar su piel, por tener entre mis manos su cabello. Olivia representaba la reencarnación de mi deseo más profundo, quería besar cada parte de ella, cada centímetro de su piel bronceada y suave, pero sobre todo adueñarme de su corazón y llamarme dueño de él. Pero el problema eran los factores que se presentaban ante aquello, ¿Quería yo ser dueño de su corazón? Pero, aún más interesante, ¿Merecía yo ser dueño de él?
De las acciones nunca hechas, de las palabras nunca dichas y de los errores nunca reparados, llegan las memorias olvidadas. Relato corto donde un famoso oculta muy bien sus secretos, secretos que llevan nombre y apellido.
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