Es la tercera vez que Alex sueña con aquella chica creada por su mente, nunca en su vida la ha mirado fuera de sus sueños.
No entiende cómo es que se puede crear una persona partiendo de ceros sin siquiera conocer a alguien que se parezca a ella.
Ella chica sin nombre, ojos grandes como esferas, rasgados ligeramente, cabello oscuro, lacio y largo hasta la cadera, piel blanca y facciones pinceladas.
Siempre ahí, acostada entre hojas secas caídas de los árboles de maple, mirando hacia su alcoba en el bosque, con esa sonrisa soñadora y esos hoyuelos encantadores que se forman en sus mejillas.