Las guerras de los últimos siglos, la escasez de alimentos y los desastres naturales que azotan a nuestros pueblos han llevado a la humanidad al extremo de la locura. La exponente globalización, el estar conectados, poder ir a donde queramos paradójicamente nos encierra en el mismo lugar. Estamos tan enfermos, tan dañados con placeres banales que no nos damos cuenta de lo que realmente importa. En un mundo como el nuestro donde la gente está corrompida y rota, algunas veces hay que hacer lo correcto incluso si es por las razones equivocadas.