Aska Darín nunca pensó cambiarse de casa. Aska nunca pensó cambiarse de ciudad. Aska nunca pensó que su madre moriría y año después su padre se volvería a casar. Aska nunca pensó que su papá se iría a vivir lejos. Aska nunca pensó en dejar a sus abuelos. Aska nunca pensó en cambiarse de colegio. Aska nunca pensó en dejar el básquet. Aska nunca pensó en que su novio terminaría tan pronto con ella. Aska nunca pensó en que viviría en esa gran mansión. Aska nunca pensó en tener hermanos viviendo con ella. Aska nunca pensó en que se iba a volver así. Aska Darín solo pensaba que su adolescencia iba a ser normal, sus padres viviendo con ella, el amor de una familia. Lo único que obtuvo fue la frialdad de vivir lejos del único que le quedaba, ella no odiaba a su padre... al principio, hasta que se dio cuenta que él era más feliz con esa señora que con su madre. Lo único que Aska podía hacer en esos momentos era odiar, odiar con toda su alma.