-¿Hotel? -preguntó con una sonrisa. -Trivago -respondí. Él era tan comprensivo, me ofrecía tantas cosas en tan pocos minutos y su sonrisa llegaba a mi alma cada vez que simpatizaba con mis problemas financieros. Podía reconocer su voz en cualquier lugar, sentía una gran presión en el pecho cada vez que lo escuchaba recitar las mismas líneas una y otra vez; era imposible alejarlo de mi mente y estoy segura de que todos a mí alrededor se sentían de la misma manera, pero yo... yo sentía algo más profundo. Esta es la historia de un amor tan imposible como conseguir un mismo precio para una misma habitación al buscar un hotel en internet.