-Mira, pequeña, no est...
-¡No estoy pequeña! -Exclamó Carmen.
-Está bien. Es una expresión.
-Pero no soy pequeña.
-Como sea. No estoy para juzgarte, pero me tienes que explicar, ¿Por qué los mataste?.-
Dijo Charles, con voz serena. Por fuera, se veía tranquilo. Por dentro, quería explotar. Esa adolescente le estaba colmando la paciencia.
-Ellos se lo merecían.
-Ninguna persona merece la muerte.
-Oh, sí. Claro que sí. Ellos merecían que Dolly pasara por sus cuellos.
-¿Dolly?
-Así llamo a mi cuchillo. D-Dolly. Mamá lo escondió, y no sé por qué, s-si Dolly ha estado conmigo desde el orfanato.
-Ya entiendo. ¿Y mataste a más personas en el orfanato?
-No le voy a decir, señor Charles.
-¿Y por qué no?
-Usted es de la policía. Usted es malo.
-No, no soy malo. Ni los chicos que mataste lo eran.
-Por supuesto que lo eran. Con todos. Les hice un favor. A todos. -
Dijo Carmen, con la cabeza gacha, sin dejar de moverla lenta y frenéticamente de un lado al otro, al igual que sus fríos dedos, mientras hablaba. En ese momento, Charles se agacho a la altura de la silla de Carmen, levantó con delicadeza la fina cabeza de esta, y habló.
-Escúchame muy bien. Si no me dices la verdad, me veré obligado a mandarte a un sanatorio...otra vez, según tus expedientes.-
Carmen, que desviaba la mirada mientras Charles hablaba, al momento en el que la palabra "sanatorio" fue mencionada, le miró directo a los ojos.
-Y según mis expedientes, ¿Usted sabe de cuantos sanatorios me he escapado? -Dijo con una sonrisa dibujada en su delicado rostro. Charles resopló.
-Eres imposible.
-Me han dicho peor.
Dónde un detective tiene que averiguar por qué una chica con esquizofrenia y síndrome de Peter Pan mató a 3 de sus compañeros.