Angie Arizaga solo tenía quince años y ya llevaba más de la mitad de la carga de su familia, su padre había muerto hace casi dos años, su madre se había casado con otro hombre, un hombre que había arruinado su familia, su vida y cada vez arruinaba la de su madre, Angie lo odiaba no hacía más que traer problemas a casa. Después estaba su pequeño hermano, Adrian de apenas siete meses, a Angie no le importaba que fuese de su padrastro, Jack, lo quería igualmente, es más, ella se encargaba de él, ya que su madre no solía hacerlo, ella había cambiado tanto desde que se caso con Jack, su padrastro.
Ahora su madre se desaparecía días, a Angie le costaba tanto ocuparse de todo y mas encima su padrastro le había conseguido un trabajo en un prostíbulo, ella solo se encargaba de limpiar, Jack la había obligado a hacerlo, le había dicho que si no lo hacía nunca más volvería a ver a su madre ni a su hermano. Fuera de su casa las cosas no eran tan diferentes en el colegio la mayoría de chicas la odiaban, ya que la mayoría de chicos de su clase estaban detrás de ella, Angie tenía unos hermosos ojos azules, que le hacían recordar a su madre, la muerte de su padre, tenía una piel blanca, su cabello era largo, ondulado y muy negro como el de su madre, unos labios perfectos al igual que su cuerpo.