En Bend todavía no se notaba el calor de julio. Mentiría si dijese que es costumbre saltar desde el acantilado más cercano a la ciudad. Sólo lo hago yo. Podríamos decir que es mi costumbre. Sólo mía. No son pocas las veces que Indra me ha regañado por saltar desde el risco más alto, advirtiéndome sobre el peligro y la ilegalidad de mis saltos. Es una diversión fácil, simple y no le hago daño a nadie. Al menos eso me dije a mí misma antes de entrar en la asquerosamente pulcra comisaría de la "jefa" Griffin, con una multa en mis manos y el karma en mi contra.All Rights Reserved