Era clasificada como "El Ángel de Londres", tenía sentido y mucha razón la sociedad al apodarla de esa manera. A pesar de ser una Bermont, Annabella tenía el carácter más dulce, más dócil y tierno que nadie hubiese visto en la tierra. Era el deseo de cualquier hombre y ninguna mujer podría tenerle celos, porque la joven tendía la mano a cualquier persona.
Sus primas solían decirle que esa inocencia la llevaría a un duro despertar, pero Annabella quería sentirse en esa nube, deseaba pensar que su vida sería una historia llena de amor, de aventuras, de un hombre que se enamoraría perdidamente de ella y viceversa.
De hecho, creía haberlo encontrado, ya en ocasiones lo había visto, más que nada junto a los esposos de sus primas. Era un hombre rudo, hosco, muchas veces mencionado como alguien de temer. Tenía un temple y unos nervios de acero, prácticamente era un hombre salido de una historia y Annabella se enamoró de él casi en seguida.
Pero era malo, no por nada se le llamaba "El Hombre Siniestro", se debía tener cuidado con él, todos lo sabían y nadie incumplía la norma de no acercarse al caballero a menos que él se los pidiera. Tenía un secreto, uno que le haría temblar las piernas a cualquiera; tenía poder, uno que adquirió por su cuenta; incluso el mismo Rey no se atrevería a darle la contraria a Thomas Hamilton.
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Han pasado dos años desde que Ema se fue de Cordova, aún ama a Rob, pero no esta segura de que el sienta lo mismo.
Nuevas personas llegarán a sus vidas, Rob y Ema se volverán a encontrar, pero nada será lo mismo.