Fraive era una chica simpática. Su piel morena y ojos café oscuro lograban cautivar a cualquier chico, pero yo no solía ser el típico chico. Ella no era una princesa buena, pero tampoco una rockera mal. Supongo que en éso radicaba su encanto. En las afueras de Caracas, la conocí. Un día caluroso como cualquier otro día de esta hermosa ciudad. Al verla pasar por la estación del metro, por un momento juro que todo pasaba tan lento. Es decir, en ése precio instante nada más importaba. Y entonces, agitó su cabello a un lado de su hombro. Dejándome completamente abrumado. Yo sonreí como idiota, y resulta que ni logramos coincidir con la mirada. Recuerdo perfectamente cuando se fue de viaje a Orlando, Florida. Creo que ésos días fueron terribles. No lograba conciliar el sueño en días. Mucho menos comer. Todo lo que quería era que estuviéramos juntos. Y todo se empeñó en nuestra contra. A veces, la vida es injusta con nosotros. Y me basta con saber que, donde quiera que esté Anna (Porque no quiero aceptarlo) está bien y éso, al final del camino, es lo que importa. Hubiera querido que fuera de otra forma. Sin embargo, así sucedieron las cosas. Y hoy, estoy feliz por los dos. M. x TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A MIGUEL A. ARANVELO.ⓒ PROHIBIDA SU COPIA Y DISTRIBUCIÓN SIN PERMISO DEL MISMO. HISTORIA Y AUTORÍA PARCIALMENTE LEGALIZADA. CARACAS, VENEZUELA.
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