Una noche, después de un largo día de trabajo, Eider choca con una enorme figura en la carretera. Asustada de las consecuencias, lleva al aterrador hombre a su hogar. Al despertar, Donovan le cuenta de su mundo, donde es un príncipe, el futuro rey del reino de Kairlan.
Un castigo llevó al príncipe Donovan, el asesino y criminal de guerra, al mundo de los humanos donde conoce a Eider tras un accidente.
La culpa obliga a que Eider se haga cargo del misterioso hombre, cree que dañó su mente al chocar con él. No cree una palabra de lo que dice, ni de su reino, sus crímenes o la magia, la cual jura que existe.
Juntos buscan una manera de regresar a Donovan a su hogar. Hasta que pueda irse, Eider le enseña las costumbres humanas, con esperanza de que su mente sane. De la misma forma, Donovan le cuenta de su mundo, llena la vida de Eider, una amante de libros, de historias sobre reinos, magia, vínculos y extrañas criaturas que forman parte de su mundo.
Durante su estadía, Donovan empieza a sospechar que no fue coincidencia que terminara en el camino de Eider, que después de todo no fue un accidente el choque que los unió.
¿Qué une a un príncipe de fuego y una humana?
Existe una ley, por respeto se debe prender una vela para el creador, él quien ilumina los cielos y las mañanas, dos velas para el Diablo, ese que se rebeló y condeno a la humanidad, pero en especial, si no deseas llevar la marca de la maldición en tu pecho, debes colocar tres velas para la Diosa en medio de la oscuridad.
Ella quién gobierna el infierno, quién tiene el poder absoluto del inframundo.
El tercer libro, de la trilogía Dioses, el final de las guerras, la oscuridad y la luz.
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