Kathleen siente que Eder se le escapa de las manos a pesar de sus intentos por retenerlo. Ella está convencida de que puede salvar a ese chico tan problemático, pero no se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado. Al parecer el destino cree que es buena idea cruzar a Steven en su camino, para despertarla de su letargo y enseñarle lo que es el verdadero amor.