La última cosa con la cual necesitaba lidiar ahora mismo era otra esposa. Aunque él había estado buscando una, la Tirana de Tiernay era la última que habría escogido. ¡Santo Dios! La mujer era una entrometida abominable, siempre enviando mensajes o reprobándolo por el modo en que él lidiaba con su gente. Por lo menos, eso era lo que había escuchado. "¡No puede ser!" Hermione se sintió mareada y asqueada. Empezado a temblar, ella sacudió la cabeza con determinación y escrutó la cara de Finnigan. "¿Seguramente esto es una broma?" Estaba tan enojada que no notó que estaba agitando el pergamino mientras miraba a Lord Finnigan. Ni tampoco notó la súbita preocupación en la cara del hombre mientras él lentamente sacudía la cabeza. "No, mi lady. El rey no hace bromas."