Le miré a los ojos, algo extrañada. ¿Quién era y por qué me pedía tal cosa? Observé como éste se sentaba en el taburete de mi lado derecho. Me sonreía, enseñándome todos sus perfectos y blancos dientes. Le miré detalladamente. Tenía que decir que el chico no era feo, al contrario, era bastante atractivo. Pelo castaño, ojos marrones y buen cuerpo. -¿Eres un violador? Mi pregunta le hizo reír. -¿Tengo pinta de ser un violador?-se levantó del taburete para que le mirase de arriba a abajo.-Sólo soy un chico de veintitrés años con buenas intenciones. Volvió a sentarse. -¿Qué me dices? ¿Aceptas? Después de unos segundos pensándolo, acepté. No le iba a dar más vueltas, y es más, sería divertido. Necesitaba algo de locura y diversión, después de todo. Me extendió su mano para estrecharla con la mía. La estreché. -¿Qué es lo que gano con todo esto? Advertencia: pueden aparecer palabras mal sonantes.